Para no perder la tradición, los seguidores osasunistas le cantaron a San Fermín y entonaron al unísono el Riau-riau con las bufandas en lo alto, dejándose notar y haciendo sentirse como en casa a sus jugadores instantes antes del comienzo del encuentro.
A las 19.00 horas, tras un respetuoso minuto de silencio en memoria del fallecido Joan Lacueva, exdirigente del Espanyol y del Barcelona, y también por la muerte en accidente de tráfico de cinco jóvenes jugadores del Monterrubio, los cerca de 1.000 hinchas rojillos, que llenaban las gradas situadas bajo uno de los marcadores del estadio, seguían empujando al equipo en busca de la heroica. Con sus cánticos y ánimos exigieron a los seguidores blanquiazules a forzar sus cuerdas vocales, pero no lograron callar a la afición rojilla, que animó más conforme iban pasando los minutos.
Aunque en el minuto 22 de juego se adelantara el Espanyol con un gol de Colotto, los seguidores de Osasuna no desistieron en animar y cantar con más fuerza. Y más aún después de un derechazo del capitán Patxi Puñal que desvió Kiko Casilla cuando el balón parecía entrar por la escuadra izquierda de la portería. Iba finalizando la primera mitad del encuentro y los ánimos de los aficionados rojillos se fueron apagando. La fuerza con la que comenzaron ya no era la misma. La derrota hacía mella en ellos.
Pero el gol de Acuña en el minuto 44, tras una falta lanzada por Puñal, hizo temblar los cimientos de Cornellá-El Prat. Unos exaltados seguidores rojillos, ahora sí, volvieron a demostrar que todavía había vida. El empate dio la alegría necesaria para seguir alentando al equipo en su lucha constante contra el descenso.
INTENSO SEGUNDO ACTO Como no podía ser de otra forma, los hinchas navarros volvieron a entonar el Riau-riau bufanda en mano. Un empujón que hacía falta para comenzar bien los últimos 45 minutos de encuentro.
Los casi 1.000 seguidores navarros que se desplazaron a Barcelona para presenciar el partido eran conscientes de que sus gargantas eran las que podían llevar a Osasuna a jugar el último partido contra el Betis con la tranquilidad de haber sumado en Cornellá-El Prat tres puntos de vital importancia.
El juego que desplegó el conjunto navarro durante la primera media hora de la segunda parte iba apagando los corazones rojillos, que veían como un empate les hundía más en el pozo. Un punto que no servía de mucho, viendo como se iban desarrollando los demás partidos en los que los equipos se jugaban mucho más que el honor, un puesto que certificase, aunque solo fuese en forma de esperanza, el volver a jugar en Primera División la temporada que viene.
Quedaban diez minutos por disputarse y la afición navarra impulsaba con su fuerza y garra en busca del gol de la victoria. Un tanto que no llegó, pero aún así los hinchas de Osasuna no pararon de animar hasta el pitido final.
Una vez acabado el encuentro los jugadores del equipo rojillo fueron al córner dónde se encontraban los fieles seguidores osasunistas para agradecerles su apoyo con aplausos. Les regalaron sus camisetas. Fueron alrededor de 1.000 hinchas los que defendieron los colores desde las gradas de Cornellá-El Prat. Los mismos que, al finalizar el encuentro, se quedaron, tras un largo día de intensas emociones, entonando las canciones que año tras año han conseguido que el conjunto navarro se quedara en la máxima categoría. Un gesto que demuestra el esfuerzo y el ánimo del incondicional, del jugador número 12 de Osasuna: la afición.
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